Las últimas semanas estamos viendo multitud de noticias sobre el precio del aceite de oliva como anteriormente ocurrió con los cereales, el aceite de girasol,… La merma en las cosechas aparece como argumento central para la justificación de estas subidas desorbitadas, obviando que en todos los casos estamos hablando de que la materia prima corresponde a la cosecha del anterior año y los resultados de las actuales recolectas afectarán al siguiente ejercicio en cuanto a volumen de transformación y comercialización. ¿Entonces por qué ese aumento de precios?

Si profundizamos en los datos que ofrece el Ministerio de Agricultura del Estado español, observamos que en la campaña 2022/2023 se produjeron algo más de 663 mil toneladas de aceite. Y si nos centramos en las exportaciones de aceite comprobamos que en los primeros siete meses del presente año, alcanzan las 608 mil toneladas.

Es decir, se ha exportado casi el 92% de toda la producción anual entre enero y julio. Teniendo en cuenta que, el consumo interno en el mismo periodo ha sido de 295 mil toneladas, la importación de aceite ha llegado a las 168 mil toneladas. Son datos oficiales y la primera conclusión que debemos extraer es que la escasez de aceite y el alza de los precios no se debe a la merma en producción, sino a las prácticas exportadoras, es decir al mercado puro y duro en claves de negocio mediante la especulación.

Si queremos revertir esta situación es imprescindible intervenir en los mercados en clave de regulación desde las instituciones públicas. La regulación del mercado puede incluir una amplia variedad de mecanismos; instrumentos de gestión de la oferta, precios mínimos de intervención, cuotas de producción, contingentes máximos de importación, eliminación de las ayudas a la exportación, prohibición del dumping,…

Es hora de poner de poner pie en pared frente a las prácticas especulativas en la alimentación, y las instituciones públicas deben actuar en consecuencia. ¿Es eficaz el apoyo financiero de compras conjuntas de forraje para el sector ganadero si no se interviene en la retención en almacén del forraje producido en el propio territorio? ¿No es más lógico establecer máximos de producción de kg/ha en los viñedos apostando por la calidad y producciones más reducidas en cantidad, y no tener que emplear 1 millón de euros por cada millón de litros de vino para destinarlos a la destilación (en alcohol) con el objetivo eliminar excedentes del mercado?

El libre mercado está más intervenido que nunca, pero en beneficio de las multinacionales bajo el esquema de privatizar los beneficios y socializar las pérdidas. Es urgente que las políticas agrarias y alimentarias fomenten la relocalización y la democratización de los sistemas alimentarios. El precio de los alimentos debe estar vinculado a los costes de producción en el modelo agroecológico y no mediante los fondos de inversión en cotizaciones en bolsa. Es necesario que se implemente la visión de la Soberanía Alimentaria en el comercio y el mercado alimentario. Los Gobiernos locales también deben reflexionar sobre esta materia, porque las ayudas directas a la producción sin la regulación del mercado acaban ejerciendo un efecto inflador de las prácticas especulativas.