Los baserritarras no quieren vivir de las subvenciones

La Unión Europea comenzó a implementar una política agrícola común con el fin de combatir la falta de alimentos tras la Segunda Guerra Mundial. Los problemas llegaron en la década de los 90, cuando las políticas neoliberales empezaron a sustituir el control de los mercados que hasta entonces había dominado. Veinte años después, el sector se ha convertido en dependiente de subvenciones mal repartidas.

Traktorea Pankarta Baserritarrok, eredu ekonomiko eta sozial justuaren alde, borrokan

[Argia]

Si no se toman las medidas oportunas, el sector primario del País Vasco podría estar a punto de desaparecer. Así comenzó en Argia de hace dos semanas la columna Otro modelo de desarrollo agrario escrito por Juan Mari Arregi. Puede parecer una afirmación demasiado gorda, pero comparte la concepción de los sindicatos del sector agropecuario que predominan en el País Vasco. Dicen que las políticas que provienen de Europa generalmente van en detrimento del caserío tradicional.

El impacto de la Política Agrícola Común (PAC) de la UE sobre los baserritarras es un tema de debate permanente en el sector, pero aún más intenso cuando toca implementar reformas. Este año, de hecho, se están fijando las condiciones para el periodo 2014-2020. En particular, los requisitos para acceder a las subvenciones. Porque las ayudas son el centro de la política de Bruselas, como veremos.

Dos décadas deslizándose hacia el neoliberalismo

Andoni García, de EHNE-Bizkaia, ha calificado de "fracaso estrepitoso" las reformas que ha sufrido la PAC desde 1992. "Se fomenta el modelo productivo en beneficio del negocio, y la alimentación ciudadana no se considera un eje. Puede que, al final, no podamos asegurar el suministro de alimentos". García ha recordado que, en comparación, desde 2003 los beneficios económicos de los agricultores de Hego Euskal Herria han disminuido un 23% de media. Veamos cuál es el camino que nos ha traído a esta situación.

Control de mercado en la iniciación

En Iparralde la PAC ha regulado la vida de los agricultores durante el último medio siglo. De hecho, la política común sobre cultivos nació junto a la Comunidad Económica Europea a finales de los años 50 y Francia estaba allí, entre los principales impulsores de la PAC. "En la Europa post-guerra había un déficit alimentario", dice Mixel Berhokoirigoin, del sindicato ELB, "solo se producía el 80% de lo que se consumía". La PAC nació y se consiguió para impulsar la producción. Para principios de los 80, Europa tenía año tras año un excedente de alimentos. Esto se consiguió, entre otras cosas, apoyando la actividad de los cultivadores locales. Berhokoirigoin afirma que la principal característica de las primeras décadas de la PAC fue el control de los mercados, incluyendo el aseguramiento de precios dignos para los productores.

"El cambio comenzó en 1992", dice el miembro de ELB, "y se dio por razones políticas". Andoni García recuerda bien aquella época, ya que para entonces también lo eran los baserritarras del Sur en el ámbito dependiente de la PAC: "Aquel año se hizo la primera reforma de la política común y la PAC cambió radicalmente. Hasta entonces la política se había basado en la protección de los precios, pero las subvenciones empezaron a cobrar cada vez más importancia".

Hay que tener en cuenta el contexto de la época: a principios de los 90, la UE estaba inmersa de lleno en las negociaciones de los nuevos tratados internacionales. La consecuencia fue una creciente liberalización en la que no cabía una política como la PAC, al menos con sus características. El control de los mercados, incluyendo la garantía política de los precios que recibían los agricultores a cambio de sus productos, comenzó a debilitarse, y ha continuado debilitándose con cada reforma llevada a cabo desde entonces.

Para paliar las pérdidas sufridas por los agricultores, Europa ha establecido ayudas económicas. Esta evolución en estos veinte años se resume en el dato aportado por Mixel Berhokoirigoin: "Cuando se creó la PAC, el 80% de su presupuesto estaba destinado a controlar el mercado. Hoy, sólo un 7%". En 2014, la PAC es sobre todo un conjunto de subvenciones.

Trampa de los "antibióticos"

Cuando estamos los que estamos, no se puede entender la supervivencia de la agricultura sin subvenciones. Pero es un sistema perverso, a juicio de los sindicatos. Aunque quieren que desaparezca la dependencia de ellos, el sector tiene ayudas imprescindibles hoy por hoy. "Los tomamos como antibióticos", nos dice Garikoitz Nazabal, de EHNE Gipuzkoa; "lo necesitas para combatir la infección, pero al mismo tiempo debilitas tus defensas".

En opinión de Nazabal, los baserritarras deben vivir no de las ayudas, sino de su trabajo, "y en definitiva ese trabajo es producir alimentos para la ciudadanía". Por un lado, estos productos deben comercializarse a un precio asequible para todos los ciudadanos y, por otro, deben tener unos precios que aseguren el futuro de los agricultores. "Pero ese esquema ya no funciona", se queja Nazabal.

En el Estado español, el precio percibido por los agricultores y ganaderos por sus productos aumentó muy poco entre 2000 y 2012, mientras que el Índice de Precios al Consumo de Alimentos aumentó un 50%. En el camino de los productores hacia los consumidores hay intermediarios que cada vez se hacen con más parte de la tarta. Un informe elaborado en 2011 por Veterinarios Sin Fronteras señala que en el Estado español el precio final de los alimentos es de media 4,5 veces superior al que reciben los productores. Garikoitz Nazabal ha subrayado que mientras dure este sistema en el que predomina la especulación, los agricultores, quieran o no, necesitan el oxígeno de las subvenciones. Andoni García, de EHNE-Bizkaia, coincide con él: "De media, el 30% de lo que ganan los baserritarras viene de subvenciones, y en algunos sectores se puede llegar al 70%. Imagínese lo que sería si se quitara... ".

Sistema de subvención en detrimento de los pequeños

Por imprescindibles, EHNE-Bizkaia considera veneno las ayudas de la PAC –no todas– porque "en su nombre todavía se justifican precios artificialmente bajos para los agricultores". Al final, el parche de las ayudas no es suficiente para que muchos pequeños baserritarras, desesperados, abandonen la actividad.

En definitiva, se está beneficiando a las grandes concentraciones de tierras y al cultivo industrial, ya que el reparto de subvenciones no es en absoluto equilibrado: a más tierras, más ayuda. Según un reciente trabajo del Transnational Institute, en 2011 el 1,5% de las granjas europeas, las más grandes, absorbieron un tercio de las ayudas. En el Estado francés, el 44% de la ayuda fue para el 13% de las granjas. Y el 75% de las ayudas del Estado español fue para el 16% de los perceptores. Esta minoría de privilegios está formada mayoritariamente por gigantescas compañías de la industria alimentaria y grandes terratenientes, incluidos varios personajes de renombre que aparecen con frecuencia en las portadas de la prensa rosa.

Los dos pilares de la PAC

Los desequilibrios no terminan ahí. Antes de continuar, sin embargo, conviene explicar algunos detalles sobre el sistema de subvenciones. Para ello utilizamos la explicación de Mixel Berhokoirigoin: "Las ayudas que trae la PAC al cultivo están organizadas en dos pilares. Varía de un estado a otro, pero en general, en la UE, el 80% de las ayudas es para el primer pilar y el 20% para el segundo. Esta segunda está ligada al territorio, a la calidad, a la conservación de la biodiversidad.., tienen un objetivo social, refuerzan las perspectivas territoriales y ambientales, ayudan al cultivo de montaña, al biológico... El primer pilar, en cambio, es la ayuda a la capacidad de producción, medida en hectáreas y/o número de animales, ligada a la envergadura del baserri sin otra justificación o con escasa justificación".

Esta falta de justificación citada por Berhokoirigoin se denomina desacoplamiento. Cuando en 1992 se empezaron a debilitar los mecanismos de control de mercado de la PAC, las ayudas para compensar las pérdidas de los agricultores estaban relacionadas con la producción. Es decir, el receptor tenía que demostrar que producía alimentos; en otras palabras, eran ayudas acopladas. Ese fue el principio del cambio, pero los sindicatos consideran que fueron sobre todo las reformas de los primeros años de este siglo las que pusieron patas arriba al sector. "Fue entonces cuando realmente se empezó a ignorar el precio", dice Andoni García, "cuando la intervención pública se hizo aún más pequeña, y se empezaron a desacoplar las ayudas". El desacoplamiento implica que no se debe justificar ninguna actividad agrícola o ganadera para acceder a las ayudas o que basta con una actividad muy baja.

En el Estado español, una cuarta parte de la renta total es suficiente para ser considerado agricultor profesional. Poco, en opinión de Xabier Iraola, del sindicato ENBA. Al igual que la Confederación EHNE y EHNE-Bizkaia, ENBA considera que el número de ayudas del primer pilar, también llamadas ayudas directas, debería ser mucho menor. "Pero en Madrid hay intereses políticos para seguir subvencionando a los terratenientes de siempre", ha denunciado Iraola. Andoni García, por su parte, cree que en el Estado español –otro tanto en Hego Euskal Herria– sólo un tercio de los que reciben ayudas desacopladas deberían tener derecho a ello por sí solos. "Un dato significativo: en el Estado hay unos 900.000 perceptores de ayuda, de los cuales 300.000 ya están jubilados".

El desacoplamiento no es total, por otra parte. El primer pilar de la PAC ha mantenido algunas ayudas ligadas a la producción, pero solo para unos pocos sectores: leche y carne de vaca, oveja, remolacha, arroz, cultivos proteicos (soja, trigo, cebada...). El resto es excluido por Bruselas, lo que EHNE-Bizkaia considera injusto, a pesar de que la mayoría de los agricultores y ganaderos del País Vasco trabajan en áreas susceptibles de recibir ayudas.

El primer pilar lo paga íntegramente la UE, y en cuanto al País Vasco, el reparto del dinero viene decidido desde Madrid y París. Las ayudas del segundo pilar, en cambio, son financiadas a partes iguales por Bruselas y las administraciones locales. Sus condiciones están siendo ahora negociadas por los sindicatos vascos con las instituciones de la CAV, Navarra y Aquitania, que entrarán en vigor en 2025.

En Iparralde se han logrado algunos avances en algunos ámbitos, comenta Mixel Berhokoirigoin. En el caso del sur es pronto para decir nada, pero al menos está claro que las ayudas del segundo pilar no son consideradas ni antibióticos ni venenos. "La UE debería aumentar el dinero para el segundo pilar", nos dice García, "porque es lo que tiene que ver con la realidad del sector, que fomenta el empleo, que apoya a los que están en condiciones difíciles... En definitiva, lo que ayuda a conseguir un modelo más sostenible". EHNE-Bizkaia tiene claro cuál es el camino para reforzar la financiación del segundo pilar: dejar de conceder ayudas del primer pilar a los baserritarras no profesionales.

En opinión de Mixel Berhokoirigoin, "se podría decir que los dos pilares de la PAC se están enfrentando entre sí: el primero quiere resolver lo que rompe, el segundo porque el primero está dictado sin criterio social y supone la desaparición del empleo y la desertización". Para los sindicatos vascos, lo más triste es que cuando se puso sobre la mesa esta última reforma de la PAC, hace dos o tres años, la Comisión Europea mostró un discurso muy esperanzador, absolutamente crítico con las políticas hasta entonces. "Al final, sin embargo, no se ha satisfecho la esperanza creada", dice decepcionado Andoni García. Berhokoirigoin tiene claro cuál es la principal razón por la que poco a poco se han desvirtuado aquellas buenas intenciones (cuidar el medio ambiente, distribuir las ayudas de forma más equitativa...): los lobbies, siempre los lobbies.

Las mujeres agricultoras, las más marginadas

En 2012, las investigadoras Isabel de Gonzalo y Leticia Urretabizkaia publicaron Las mujeres baserritarras; análisis y perspectivas de futuro desde la soberanía alimentaria. En la primera parte del libro, Isabel de Gonzalo detallaba la historia de la PAC y su influencia en la actualidad en el cultivo de Hego Euskal Herria, sobre todo desde la perspectiva de género. Los autores subrayaron que las reformas llevadas a cabo desde 1992 han perjudicado especialmente a las mujeres agricultoras. Sobre todo, las anteriores a 2003.

De Gonzalo asegura que la entrada en vigor hace aproximadamente una década de subvenciones desacopladas -es decir, ligadas no a la producción sino a la mera propiedad de tierra o ganadero- benefició a granjas de gran tamaño y perjudicó, como se puede adivinar, a modelos de producción pequeños y tradicionales. A los modelos donde hay una mayoría de mujeres agricultoras.

De Gonzalo analizó en su investigación las subvenciones concedidas por la PAC en Hego Euskal Herria desde la perspectiva de género, para lo que tuvo que hacer frente a la falta de información. De hecho, los datos relativos a la distribución de estas ayudas no suelen estar clasificados por sexo. "La falta de datos tiene un significado político importante", escribía, "porque es imposible medir si al repartir las subvenciones se está teniendo en cuenta el criterio de igualdad". El investigador tuvo que recurrir a la lista de destinatarios de las ayudas y mirar uno por uno el nombre y apellido de cada uno de ellos. Pero tuvo que conformarse con las cifras de 2008, ya que la legislación de protección de datos vigente desde aquel año le impidió conocer la identidad de los destinatarios.

De Gonzalo adaptó los gráficos con los datos de 2008. Es evidente que en el caso de las personas físicas – hay que tener en cuenta que algunas personas destinatarias son empresas, no individuales-, a las mujeres les llega menos subvención de la PAC que a los hombres. Y cuanto mayor es la cantidad de dinero de la ayuda, menor es el porcentaje de mujeres que la reciben.

Los datos de 2008 no son los más recientes, sin embargo. Excepcionalmente, el Gobierno de España publicó una serie de datos correspondientes a 2012 con sus clasificaciones por sexos. En cuanto a las personas que acceden a ayudas europeas, los porcentajes son prácticamente los mismos que en 2008: en Hego Euskal Herria el 68% de las personas físicas que recibieron ayudas directas de la PAC fueron hombres.