Manuela Jauregi es arrantzale y desde hace 25 años se dedica junto a su marido a la pesca de pulpo y pescado de día en el barco Manuela en Getaria. Mattin habla con Jauregi desde dentro del barco y explica los cambios que ha percibido en los últimos años.
[Argia]Jáuregui ha explicado que han podido ganarse la vida durante 25 años: "En Getaria hay ambiente de pesca, también buenos restaurantes, es un lugar estratégico y nos gusta este mundo". Ha puesto el nombre al barco en homenaje a su abuela Manuela: "Era una baserritarra, una mujer trabajadora", ha destacado.
Jáuregui ha explicado la técnica de la pesca del pulpo: se pesca en cestas, es pesca de rocas y se ha practicado a principios de verano y en otoño. Advierte de que cada vez hay menos pulpo: "Nos hemos dado cuenta de que ha ido disminuyendo año tras año, no sabemos por qué. Algo pasa en el mar, está claro. Desde hace más de cinco años he notado el cambio que ha tenido el mar. No soy bióloga, no sé de esos temas, pero lo que nosotros vemos es que ha habido un cambio con el agua. No sabemos por dónde va el problema, pero que hay un problema, y gordo, sí".
Cuenta que la costumbre de comer pulpo se ha extendido en los últimos años. Asegura que lo que ellos capturan respecto a todo lo que se come es "un porcentaje muy bajo" y que lo venden en lugares muy concretos, en restaurantes de la zona, donde compran el producto local. La mayor parte del pulpo que comemos aquí viene de fuera: de Marruecos, etcétera.
Hubo un tiempo en el que la mayor parte del pescado se vendía en el propio puerto: "Había esa costumbre, la gente de la zona se acercaba y el pescado fresco del día se vendía allí. Ahora hay muchos problemas para hacer esas cosas, licencias, Sanidad, permisos... ". Esta venta directa ha desaparecido y Jauregi vende lo pescado a los restaurantes.
Una vida dura
Por detrás no ve relevo en la pesca: "La gente ya no está preparada para pescar. El punto de vista ha cambiado. La gente se está jubilando (en el mar se hace un poco antes porque la vida es dura y la persona se gasta) y poco a poco los pescadores vamos desapareciendo". Asegura que si fueran otras condiciones para trabajar, la gente se animaría: "Por un lado no hay pesca, y por otro, con esta situación es normal que nadie se anime a seguir".
Ellos también han tenido que reducir su jornada: antes salían cinco días laborables y ahora tres de cinco. Otros dos días hacen "trabajos en tierra": coser redes, arreglar cestas... "Los barcos tienen muchas tareas", ha dicho Jáuregui. Y dicen que no les merece la pena salir todos los días, han decidido reducir el gasoil y el resto de gastos, "y con eso, seguir adelante".