El fundador y director de Hegalaldia, Stephan Maury, tiene claro que "el lobo no es malo" y, teniendo en cuenta los múltiples usos de la montaña, advierte de que no hay soluciones sencillas. El responsable del centro de atención a la fauna silvestre ha compartido con Kazeta su reflexión.

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* Stephan Maury es fundador y director de la asociación Hegalaldia. Hegalaldia es una asociación de protección de la naturaleza que gestiona el único Centro de Atención a la Fauna Silvestre de los Pirineos Atlánticos.
El pasado 22 de febrero un ciudadano informó de que había visto un animal con aspecto de lobo en la zona de Larhun, en Azkaine. Días después, la Prefectura de los Pirineos Atlánticos confirmó que se trataba del lobo, y en la noche del 2 al 3 de marzo, confirmó que los ataques sufridos en los rebaños de Bardoz eran también obra de un lobo.
¿Qué consecuencias puede tener la presencia del lobo en Iparralde?
Antes de empezar, quiero ser claro: no soy un especialista en lobos, pero tengo unas bases sólidas y he estudiado las consecuencias asociadas a su presencia en diferentes sectores. Es cierto, la presencia del lobo traerá grandes problemas de convivencia.
En la zona montañosa de Euskal Herria tendrá una gran influencia en la crianza de ganado. Y sin crianza, la montaña vasca ya no será la montaña vasca. La montaña se hundirá para dejar paso a la selva. Como naturalista, para mí no es tan grave porque se va a crear una nueva biodiversidad, pero es muy importante tener en cuenta la parte humana, económica, social y cultural.
Concretamente en los rebaños, los ataques del lobo pueden tener consecuencias diferentes: perder el propio animal y el estrés de los que no se han perdido. Esto puede dar lugar, por ejemplo, a una menor producción de leche e incluso a abortos.
¿Qué hay que hacer para alcanzar soluciones?
La única salida para conseguir la gestión del lobo es, en mi opinión, hablar entre todos. Sean agricultores, criadores, sindicatos, asociaciones que trabajan en la protección del medio ambiente... hay que unir a todos los actores que trabajan en la zona de montaña y poner en marcha estrategias entre todos.
Me da pena, porque ya sabíamos que en los últimos diez años el lobo estaba en fase de colonización y que en un momento u otro llegaría a Euskal Herria. Lo sabíamos, pero no se ha hecho nada, los actores no han sido interrogados. Ahora que el lobo está aquí, es un buen momento para hablar entre todos y buscar soluciones, sabiendo que cada uno tendremos que asumir compromisos. Hay que priorizar el enfoque de ecología territorial.
La Prefectura se ha mostrado dispuesta a aceptar los disparos permitidos. ¿Es la única salida?
No soy partidario del tiro, eso está claro. La mayoría de las veces, más que beneficios, trae problemas. En una bandada de lobos, si es una pareja principal, se llama 'alpha'. Si uno de los dos desaparece, estalla todo la manada, se desequilibra, y en esas circunstancias, todavía pueden producirse más ataques. No es el caso en Euskal Herria, porque de momento no se ha identificado más que un lobo solitario, no una manada, pero quizá sí hay más lobos. No lo sabemos. Hay que estar atentos.
¿Cuáles son las soluciones mejores?
No lo decidiré yo, pero hay un montón de salidas, tiros aparte. Es posible diferenciar las zonas creando zonas que admitan al lobo y zonas que excluyan esa opción. En la zona tolerada al lobo se pueden implantar medidas que no sean posibles en la zona no tolerada. Por ejemplo, los perros de la montaña pirenaica, llamados patus, son muy buenos para proteger al rebaño. Junto con los asnos, el perro sabe más que el lobo se acerca, porque los burros tienen muy buen oído.
Hay que reconocer que esta posibilidad puede suponer una carga adicional para los ganaderos, ya que si el Estado francés no ayuda, pueden tener problemas. Los perros están acostumbrados a proteger el rebaño, cuando los turistas se acercan... puede haber peligro en zonas donde hay mucho movimiento de gente. Trasladar el rebaño por la noche a una zona rodeada de barreras eléctricas es otra opción.
Además, la solución más eficaz para combatir al lobo es la presencia humana. En el Estado francés hay varias asociaciones que forman pastores para ayudar a los ganaderos, y día y noche, para que el rebaño esté bajo custodia. Esta práctica se desarrolla ampliamente, por ejemplo, en Bretaña. No hay que olvidar que el lobo es un animal miedoso.
Pero sean perros, burros, ayuda de otros pastores, vallas... son soluciones a analizar entre todos. Son sólo algunas propuestas. En la situación actual la prioridad es hablar entre todos y buscar soluciones.