Los pescadores del puerto de San Juan de Luz, en busca del norte entre las corrientes contrarias
- 2025 - Mar - 04
No pican si no se echa el anzuelo. A pesar de las prohibiciones, la vigilancia, las cuotas... Mikel Epalza y Eric Bonnamy son testigos de sus consecuencias en los pequeños pescadores. A la vista de los efectos del cambio climático, los arrantzales del puerto de San Juan de Luz han analizado los retos a los que se enfrentan.

En Euskal Herria, la pesca y la cultura marítima siempre han sido importantes, y eso lo encarnan lugares como el puerto de San Juan de Luz. Este puerto, situado en pleno corazón de la costa labortana, cuenta con una rica historia ligada al mar. En ella confluyen las tradiciones de los pescadores, la historia de los barcos y el amor al mar.
Punto de partida de los antiguos cazadores de ballenas y marinos, este puerto lleva su pasado con orgullo. Hoy, aunque su naturaleza ha sido alterada por la navegación y los turistas, el puerto conserva aún su encanto. Cuando la luz de la tarde brilla sobre el agua, las siluetas de las barcas reciben los besos de las últimas olas. El olor del pescado fresco de los restaurantes locales, testigo de su estrecha conexión con el mar, despierta los sentidos.
El puerto de San Juan de Luz no es sólo un centro de actividad pesquera, sino un símbolo de la cultura e historia marítima. En su muelle, las tertulias de los pescadores, el movimiento de los barcos y el perfume del pescado fresco forman parte de la vida cotidiana. Sin embargo, detrás de todo ese encanto se esconde la dura vida cotidiana. La pesca se enfrenta a retos cada vez mayores. El que en otro tiempo fue el oficio de los vascos, y que está condenado a ser cada vez más minoritario, es algo para reflexionar. Para ello nos hemos acercado hoy a Mikel Epalza y Eric Bonnamy, expertos en pesca y asuntos marítimos.
Conocido en estos rincones como «el cura marino», Mikel Epalza nació el 14 de febrero de 1946 en Haltzu, segundo de ocho hermanos. Sus padres eran refugiados de la Guerra Civil española, y la familia se mudó a San Juan de Luz cuando Mikel tenía 4-5 años. Ahora se retira el que fuera pescador durante muchos años y continúa con su actividad de múltiples iniciativas cristianas.
Eric Bonnamy (Biarritz), por su parte, nació el 17 de agosto de 1974 en Baiona. Fue concejal en la Casa del Pueblo entre 2014 y 2020, y actualmente ejerce como profesional en el cuidado de la pesca.
Esto último le ha permitido observar que la evolución de la flota pesquera ha aumentado en los últimos años y que cada vez se utilizan embarcaciones más grandes y tecnologías más avanzadas. "Sin embargo, estas grandes flotas compiten con frecuencia en torno a cantidades limitadas de pescado impuestas por las administraciones públicas, lo que genera conflictos entre pescadores pequeños y grandes", advierte. Añade que las flotas modernas consumen más energía "en detrimento del medio ambiente". Por lo tanto, "habría que desarrollar proyectos para renovar y hacer más sostenibles las flotas, unificando las estructuras que garanticen la comunicación entre los pescadores y las administraciones públicas, afinando conjuntamente los proyectos, y sobre todo poniendo especial atención en que la pesca sea más sostenible con los métodos de pesca menos impactantes", dice claramente Eric Bonammy.
"Los problemas que se pueden visualizar desde los barcos de Iparralde son hoy importantes en todo el mundo en el mar y en el sector pesquero, y su comprensión es imprescindible para preservar la tradición marítima y el futuro de Euskal Herria", ha señalado el sacerdote marino. En este sentido, "el cambio climático, las nuevas medidas de pesca y las prohibiciones, la evolución de la flota pesquera y la falta de recursos para adaptarse a los nuevos tiempos son los principales retos actuales", dice el pescador.
Todos estos factores influirían notablemente en la vida de los pescadores y en el equilibrio del ecosistema marino: "El cambio climático ha hecho subir la temperatura del mar, ha alterado las corrientes marinas y ha alterado la distribución de las especies", afirma el biarriztarra. "El aumento del nivel del mar amenaza a las poblaciones costeras y a los puertos, lo que exige medidas de protección y estrategias de adaptación", añade Epalza.
Todo ello, unido a la modificación de las zonas habituales de pesca de los pescadores, ha provocado la pesca de nuevas especies, comprometiendo la supervivencia de la actividad pesquera habitual.
Bonnamy reflexiona sobre la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos de los pescadores: "Hay necesidad de adaptarse, pero para ello necesitan recursos económicos, formación y ayudas técnicas. La ausencia de estos recursos plantea serias dificultades que pueden poner en peligro la pervivencia de la actividad pesquera tradicional". Por ello, ha defendido la necesidad de que las administraciones públicas y las instituciones impulsen programas de ayudas y proyectos de financiación que faciliten la adaptación de los pescadores.
Precisamente, en los últimos años las políticas comunitarias e internacionales han impuesto medidas drásticas para hacer más sostenible la actividad pesquera, como las cotas de pesca y las zonas protegidas, así como las prohibiciones, desde 2024. Aunque estas medidas son necesarias para proteger los recursos marinos, suponen una carga adicional para muchos pescadores, sobre todo para las embarcaciones más pequeñas con recursos económicos limitados. Esto exige que los pescadores reorganicen su actividad y aprovechen las nuevas tecnologías, pero para ello siguen reivindicando que se necesita ayuda y financiación proporcionada a sus necesidades.
Merluza y sardina
En el departamento de Pirineos Atlánticos, especialmente en el País Vasco francés, estas prohibiciones impuestas por la Unión Europea han tenido un impacto directo en las oportunidades laborales de los pescadores y, por tanto, en su economía.
Los números lo atestiguan. Según el último informe publicado por el Comité interdepartamental de pesca marítima y cultivos marinos de los Pirineos Atlánticos y las Landas, la merluza y la sardina son las principales especies pescadas. Así, tienen un gran peso en la economía del sector del territorio. La merluza es, sin duda, la más pescada, un 44% (2.637.560 kg). Predomina tanto en volumen como en valor económico: 11.228.404 €anuales. Por su parte, las sardinas, a pesar de su gran volumen (1.086.708 kg), tienen un valor económico muy inferior, 820.139 €anuales.
Estas prohibiciones se refieren, por un lado, a la pesca de seres marinos migratorios para proteger la conservación de las poblaciones piscícolas y hacer sostenible la gestión medioambiental. Por otro lado, en los últimos años, la reducción de las poblaciones piscícolas y los daños a los ecosistemas marinos han aumentado considerablemente, lo que ha impulsado tanto al gobierno como a la Unión Europea a endurecer las leyes sobre las prácticas de pesca tradicional. Algunas especies, entre ellas la merluza, la sardina y la anchoa, han descendido, lo que evidentemente repercute directamente en el sector pesquero vasco.
El ex pescador Epalza, estrechamente vinculado desde siempre a los pescadores locales, sigue siendo hoy una de las voces del sector. A su juicio, la situación que vive el sector pesquero es «peligrosa» y las leyes y prohibiciones de la Unión Europea han agravado las condiciones laborales de los pescadores. Así, Epalza muestra serias preocupaciones por el futuro de la pesca, considerando que las subvenciones no son suficientes para resolver los problemas estructurales del sector, "ya que el problema no se limita al ámbito económico".
Y es que, al igual que en el resto de los puertos del territorio vasco, como el de San Juan de Luz, el Gobierno francés está controlando escrupulosamente la actividad de los pescadores en aras de la conservación piscícola del territorio, pero al acotar las especies pesqueras se han reducido las posibilidades de trabajo y se ha incrementado la competitividad, y en esta competencia del mercado, los pescadores más pequeños son siempre los más perjudicados, según corroboran ambos hombres de pesca.
Muertes de delfines en el origen
Precisamente en el origen de las prohibiciones está la presencia de delfines: "En los últimos años nos hemos dado cuenta de que cada vez mueren más delfines alrededor de nuestras costas. Últimamente hemos visto cadáveres en las playas. Revisamos los delfines y vimos que en las cortezas de los delfines había restos de malla y heridas". A su juicio, los organismos públicos que tienen la obligación de velar por la ecología echaron la culpa a las redes de pescadores y a los métodos de pesca. En busca de una solución, los departamentos del océano Atlántico del Estado francés optaron por prohibir la pesca en el Golfo de Bizkaia, desde Bretaña hasta los Pirineos Atlánticos, en la época de mayor actividad de estos mamíferos, es decir, del 20 de enero al 20 de febrero.
Como prueba de lo ocurrido en esa época, "al no poder vender ni consumir la pesca prohibida de delfín, se ven obligados a arrojar los cadáveres al agua y, en caso contrario, a depositarlos en las playas", ha señalado Bonnamy. Buscando el remedio a todo esto, en una primera fase, se trató de controlar las cantidades de pesca pesquera, pero este sistema innovador no fue eficaz. A falta de otra salida, los poderes de la Unión Europea, a través de la administración francesa, decidieron prohibir la pesca pelágica durante cuatro semanas, teniendo en cuenta que los delfines pasan la mayor parte de su vida en la zona pelágica del Golfo de Bizkaia (a 50 m de la superficie).
Así las cosas, el Gobierno francés ofrece subvenciones para el periodo de prohibición. Estas ayudas sirven para renovar y modernizar los vehículos y el material de pesca de los pescadores, pero Bonnamy ha destacado que las subvenciones no compensan las pérdidas que les acarrean las prohibiciones por la reducción de las zonas pesqueras y el declive de las cantidades de especies. "Los gobiernos deben entender la situación real del sector, que vive situaciones cada vez más graves, y colaborar con los pescadores para buscar soluciones eficaces", ha proclamado.
A su juicio, para garantizar el futuro del sector pesquero es necesario «detectar el equilibrio entre prohibiciones y medidas, combinando la protección del medio ambiente con el medio de vida de los arrantzales». Para ello, Epalza propone medidas como "el fomento de la investigación y el desarrollo para impulsar actividades pesqueras sostenibles, el desarrollo de programas de formación e innovación para los pescadores, el fortalecimiento de las redes de cooperación para una mejor comprensión de las necesidades del sector, la apertura de canales comerciales para los productos locales y el fomento de proyectos de protección del medio ambiente con la participación de los pescadores".
Corriente del Golfo
El modelo de pesca que da vida al puerto de San Juan de Luz es el de los pequeños pescadores, y si las prohibiciones se han convertido en una carga para salir adelante con el oficio, esa carga se ve agravada por el cambio climático. No sólo los cambios propiamente dichos, sino también las políticas que se implementan en la planta de gestión de la misma. "En Estados Unidos, la presidencia de un escéptico del cambio climático no mejora la situación actual, y mientras tanto la temperatura del mar y los niveles del mar suben constantemente, poniendo en peligro el futuro medioambiental y social", advierte el biarriztarra.
La ralentización de la Corriente del Golfo es una de las consecuencias del cambio climático. Esta es la corriente cálida y rápida del océano Atlántico, que ejerce una gran influencia sobre el clima mundial. Se extiende por el golfo de México y hasta el Atlántico Norte, contribuyendo a templar el clima de Europa occidental. Su amortiguación está relacionada con los cambios de temperatura y salinidad. La actual ralentización de las corrientes marinas mundiales provocadas por el cambio climático, el debilitamiento de su fluidez, a juicio de los expertos científicos, es preocupante porque puede afectar seriamente a los ecosistemas marinos de todo el mundo.
Las últimas investigaciones han puesto de manifiesto la ralentización de la Corriente del Golfo. Según un estudio* publicado en la revista "Nature Geoscience" en 2021, la Corriente del Golfo ha mostrado en el último siglo su mayor grado de debilidad, un nivel que no se ha visto en casi mil años. Este estudio concluyó que el cambio climático, en particular el deshielo de Groenlandia y el vertido de agua dulce que de ello se deriva, tiene un gran impacto en la amortiguación de la corriente. Esto puede provocar un aumento del nivel del mar en todo el mundo, un aumento de los eventos climáticos extremos (calor extremo en verano y frío extremo en invierno) y cambios en la migración de los ecosistemas marinos, aunque aún no se ha determinado su naturaleza.
La ralentización y el debilitamiento de la Corriente del Golfo no sólo afectan a la costa de Euskal Herria, sino a nivel mundial. "El cambio climático y el funcionamiento de los ecosistemas marinos son los principales temas de investigación actuales, ya que se prevé que tendrán graves consecuencias en las actividades cotidianas de los pescadores", ha precisado Bonnamy.
Este debilitamiento de la corriente puede traer consigo cambios significativos en el clima europeo, entre ellos inviernos más fríos y más lluvias en las costas de Europa occidental. Esto supondría un cambio en la dinámica natural de los ecosistemas marinos, aumentando el descenso de la temperatura en el continente europeo, provocando un aumento del nivel del mar, entre otros, en el Atlántico Norte. El centro de investigación AZTI ha dado una y otra vez la voz de alarma por los riesgos que conlleva este fenómeno, es decir, la transformación del modelo climático consolidado, de los patrones de pesca y de la dinámica de los ecosistemas marinos.
El ex pescador ha explicado que con todos estos cambios los pescadores locales están empezando a tomar medidas: "Los pescadores vascos han tenido que hacer adaptaciones para hacer frente a estos cambios, ya que las migraciones y desplazamientos de especies piscícolas han afectado al sector".
De cara a dar continuidad al oficio, Bonnamy ha insistido en la necesidad de capacidad de adaptación. Considera fundamental, por ejemplo, el desarrollo de nuevas técnicas de pesca. "Los pescadores vascos ya han empezado a buscar nuevas oportunidades, pero los gobiernos, las administraciones y los pescadores deben seguir trabajando juntos", ha señalado, para poner sobre la mesa que la investigación en este sentido será clave.
Para los hombres del entorno del mar, no cabe duda, los cambios de la Corriente del Golfo van a transformar el día a día de los pescadores de Euskal Herria. Los traslados de peces y la llegada de nuevas especies se han vuelto habituales con el aumento de la temperatura del agua. Principalmente, aumentará la presencia de tres especies conocidas en nuestra costa: "Ballesteros (Balistes capriscus), pulpos (Octopus vulgaris) y chipirones (Loligo vulgaris) tienen más presencia que nunca en las redes de los pescadores", detalla Bonnamy.
Así, los marinos han puesto de manifiesto que el viejo oficio de los vascos se enfrenta a condiciones cada vez más duras. Los fenómenos que se les están imponiendo a una velocidad vertiginosa les obligan a llevar al límite la capacidad de adaptación. La innovación, los ajustes, las ayudas y la colaboración interadministrativa serán imprescindibles para la supervivencia del sector. Sin embargo, si alguien tiene la capacidad de avanzar en aguas revueltas con la esperanza de llegar a buen puerto, son los arrantzales.
*Fuente: Nature Geoscience, 2021.