Martin Etxea, un espacio de acogida de migrantes y defensores de derechos humanos

En el barrio de Santa Juliana de Gallarta, el mismo lugar donde Martin Markiegi y Periko Solabarria lucharon por los derechos de la comunidad venida a trabajar, hay un proyecto comunitario que acoge a personas que han tenido que recurrir a la migración. Es la Martín Etxea, y guarda relatos relacionados con muchas causas del mundo.

Martin Etxea

[naiz: GAUR8]

En Gallarta, no lejos de la mina La Concha II que engulló al pueblo original, hay una casa que reúne todas las acepciones de la palabra "refugio". En los últimos seis años, estos muros han servido de refugio a los derechos humanos y se han rodeado de manos de apoyo, construyendo una sólida red de inclusión y convivencia. El lugar en sí es de larga historia, enraizado en luchas más antiguas por los derechos. En la década de los 60, los sacerdotes obreros Martin Markiegi y Periko Solabarria también trabajaron en defensa de los derechos de los migrantes que venían a trabajar a Euskal Herria. Ahora, el hilo conductor de la historia ha llevado otro proyecto comunitario al barrio de Santa Juliana.

Se llama Martín Etxea y en su sexto aniversario ha abierto sus puertas para dar a conocer la experiencia acumulada. Han construido un espacio de acogida y protección para las personas que necesitan recurrir a la migración y para las personas que necesitan protección internacional, y han alimentado los puentes entre las personas que necesitan el proyecto y la sociedad vasca.

El proyecto arrancó en 2019, y a lo largo de estos seis años 45 personas han pasado ya por la Martin Etxea. En sus inicios hubo espacio para acoger a doce personas, pero actualmente ofrece 21 plazas. Las llegadas desde Colombia, Marruecos, Guatemala, Sahara, Rif o Palestina son algunas de las 21 personas que actualmente están bajo el paraguas del proyecto. Cuentan a GAUR8 que allí han encontrado ayuda que va más allá del simple refugio. Para quien no sabe si podrá volver y ha tenido que dejar atrás su patria debido a situaciones muy difíciles, Martin Etxea es un segundo hogar y una familia que les ha dado pie a iniciar un lugar de descanso y un proyecto de vida para seguir adelante. Martin Etxea es, además, un espacio para dar a conocer e intercambiar las causas que defienden.

En los cimientos del proyecto está la Fundación Mundubat, que trabaja en ámbitos como la cooperación, los derechos humanos, el género y la soberanía alimentaria, en colaboración con la red Ongi Etorri Errefuxiatuak. En torno al proyecto que ha ido tomando forma, además, se ha ido acumulando el apoyo de diferentes agentes, entre los que destacan el sindicato EHNE Bizkaia, el movimiento de pensionistas, el movimiento feminista o las asociaciones de Gallarta, entre otros.

Martin Etxea ha profundizado en la acogida de personas que llegan en situaciones muy delicadas, muchas veces en riesgo de vida en sus países de origen y que han tenido que exiliarse... Algunos de los presentes han compartido relatos con GAUR8.

Sus estancias en Gallarta suelen ser de año y medio de media. Durante este tiempo reciben apoyo personalizado, desde el punto de vista jurídico, para regularizar la situación; en lo que respecta a la formación profesional, para el acceso al empleo, la atención sanitaria y "para impulsar una agenda propia de los organismos internacionales que los apoyan".

En cuanto al funcionamiento, las personas que encuentran refugio en la Martin Etxea tienen "plena autonomía". "Con ellos no hay nadie", explican los impulsores del proyecto. «Aquí viven ahora doce personas, y al otro lado, en un lugar que ha dejado un grupo de monjas, viven otras nueve, y de vez en cuando viene gente», explica Eneko Gerrikabeitia, coordinador de la Fundación Mundubat y miembro del proyecto.

Los perfiles de los migrantes son muy variados, "pero sobre todo hay gente que se dedica a la defensa de los derechos humanos".

Entorno de la huerta ecológica

También es un proyecto que sigue construyendo la Martin Etxea. En ella predomina el trabajo de los voluntarios. En la primera planta, por ejemplo, quieren acondicionar un espacio para ayudar en la formación de personas refugiadas, con la intención de crear una especie de taller. La zona verde que rodea la casa es, además, un precioso entorno natural que ha ido tomando forma, con varios árboles frutales, mesas y bancos de madera, hermosas vistas alrededor..., una huerta ecológica y un gallinero.

Cuentan con el apoyo del sindicato EHNE Bizkaia en lo que respecta a la explotación ecológica de este campo de cultivo, y en los últimos tiempos han comenzado a embotar algunos frutos. También hacen sesiones para enseñarles a poterar. Esos botes son primero para las personas que están en casa y si sobra alguno, los despliegan en la comunidad a cambio de donaciones.

Es también un gran espacio con un marcado carácter de punto de encuentro. Cada mes, en el segundo sábado, realizan el trabajo comunitario en función de las necesidades de la casa. Ese día preparan diferentes comidas del mundo con productos locales. Martin Etxea reúne a "voluntarios para todo". Gerrikabeitia detalla que han colaborado en la adaptación de la propia casa diferentes profesionales voluntarios: arquitectos.... Y también en la zona verde junto a la casa, han ido adecentando el lugar creando un precioso espacio para estar cuando hay buen tiempo. "Durante los dos primeros años todo se hizo con voluntarios. Esto estaba lleno de árboles, había que tirarlos, tuvimos que arreglarlo todo, arreglar los tejados...", recuerdan.

Puesto el foco en las historias de estas personas que han dejado atrás la guerra, la persecución, las amenazas... hemos preguntado por las herramientas que encuentran en Martin Etxea. Paula Castro Vázquez es una trabajadora social que ha desgranado la ayuda que se ofrece a los residentes desde su llegada. La inicial gira sobre todo en torno a los derechos fundamentales, en el proceso de empadronamiento, en la obtención de la tarjeta sanitaria... y después llega la elaboración de los planes individuales. El apoyo llega a las áreas de trabajo y formación clave en el proceso de integración.

"Nuestra visión es muy socio-comunitaria, trabajamos en el acceso a los derechos, pero tenemos una gran red de voluntariado, con organizaciones juveniles locales, de ocio, grupos ecologistas... que es un gran apoyo para las personas que llegan a un nuevo país", dice Castro.

Según ha destacado, impulsan la participación en este recorrido en numerosas actividades promovidas desde Martín Etxea y organizadas tanto por otros agentes como relacionadas con tradiciones de aquí. Ejemplo de ello son las fiestas de los barrios de San Agate o Abanto-Zierbena. También sirve de excusa para reunir el auzolan que se hace en torno a la huerta.

Relatos del exilio

Pero ¿qué dicen esos amigos que se han exiliado y han llegado aquí? GAUR8 ha hablado con la colombiana Liliana Ulchur sobre la red que han encontrado en la Martin Etxea. Procede del Departamento del Cauca. "En mi trabajo, como líder y defensora de los derechos humanos, he sido activista, partidaria del reconocimiento de las personas campesinas de Colombia, y he estado defendiendo en mi tierra nuestros recursos naturales, el medio ambiente y las fuentes hídricas, la riqueza hídrica que hay en nuestro territorio". Este activismo "nos ha llevado a perder nuestras libertades y vidas, salir de nuestros territorios y ser exiliados", ha señalado.

A Ulchur se le rasga la voz cuando cuenta que la lucha por los derechos ha acabado con la vida de muchos amigos, "entre ellos mi pareja, mi compañero de lucha y el padre de mi hija". Fue en diciembre de 2023. Carlos Quijano destaca el gran liderazgo de la pareja y su pasión por el trabajo en favor de los agricultores. Cuando él fue asesinado, la persecución hacia Ulchur aumentó. En enero tuvo que salir del país y, poco después, su hija también tuvo que tomar el camino del exilio. El mismo día que hablamos con ella hacía un año que había llegado a la Martin Etxea.

Tras todo lo vivido, dice que al llegar a Gallarta ha encontrado la solidaridad y la fraternidad, en ese lapso de tiempo que suele ser necesario "para curar el dolor y la tristeza después de esa situación de pérdida". "No sólo he perdido a mi pareja amiga, sino a mi hija y a mi familia, porque todos se quedaron en Colombia", ha añadido. Según Ulchur, Martin Etxea busca muchas formas de ayudar y de aportar, pero sobre todo es "un lugar de acogida que te da herramientas para empezar nuevos caminos".

"Hijos vascos"

Junto a Ulchur, el rifeño Fouad Sahidi ha contado a GAUR8 que quiere empezar una nueva vida en Euskal Herria. Llegó hace tres meses. Tras tres años en la cárcel, donde estuvo con el líder por la libertad del pueblo rifeño, ha contado que otros seis miembros siguen en prisión. Ahora miembro de la organización Rif Euskal Herria y siente que ha encontrado en Martin Etxea una segunda familia, la oportunidad de construir un nuevo futuro. "La gente de aquí me ha empoderado y me ha dado fuerzas para seguir", afirma el activista rifeño que quiere hacer un nuevo proyecto de vida en el País Vasco. Ahora quiere hacer un grado superior, encontrar trabajo, instalarse en el País Vasco y "tener hijos vascos".

Entre los amigos acogidos por la Casa se encuentra el saharaui Mohamagem-Ram Ycmuy. Una enfermedad renal le llevó a Gasteiz. Un jefe del Frente Polisario le dijo que viniera al País Vasco, porque aquí tenía posibilidad de curarse. Para el luchador saharaui de la Casa, los miembros del proyecto son familiares: «Si vuelvo a mi país, si puedo, hablaré bien de lo que he encontrado aquí».

La del saharaui y la del colombiano no son las únicas voces; entre los que se han refugiado en la Martin Etxea hay también un palestino. Se trata de Fouad Baker y se encuentra en Euskal Herria desde el pasado mes de noviembre. Tuvo que salir del Líbano. «Soy un gazatí refugiado en el Líbano», dice rotundo Baker. Destaca que ha encontrado multitud de culturas y relatos en la Casa Martín, que agradece enormemente la solidaridad y que desde aquí piensa seguir trabajando por la causa palestina.

"Porque les toca venir"

Como Baker, el colombiano Palacios tiene una larga historia de exilio. Su padre fue uno de los fundadores del partido Unión Patriótica. Tuvo que exiliarse a causa de esa amenaza continua de la derecha, ha estado 36 años en Uruguay, y en ese camino ahora conoce el proyecto de Gallarta. El colombiano comparte lo manifestado por otros vecinos de la casa y no es sólo la solidaridad recibida, la ternura... también supone la posibilidad de poder seguir apostando por otras causas.

En todas esas historias hay vidas y causas diferentes que son también un tesoro compartido por la Martin Etxea. Tienen, además, cierta conexión con el pasado.

Iñaki, hermano de Martin Markiegi, explica este legado. «El proyecto comenzó después de su muerte y él era un sacerdote obrero que trabajó aquí desde los años 60 con Periko Solabarria. Empezaron a trabajar con los migrantes que venían a trabajar a las minas, en una época en la que todo esto estaba lleno de chabolas. Todo esto era una hilera de chabolas, hasta la iglesia de abajo», comenta a GAUR8 señalando la zona de la casa. Según ha recordado, Gallarta es un lugar señalado y, como pueblo del municipio de Abanto-Zierbena, el propio barrio siempre ha estado vinculado a la integración de las personas migrantes y a la lucha por los derechos.

"Nosotros tenemos muy claro que nuestro pueblo, Euskal Herria, se va conformando con personas que viven y trabajan en cada momento, y entonces, en los años 60, tocó incorporar toda la inmigración que hubo entonces y hacer un solo pueblo, como se hizo. Ahora nos toca hacer lo mismo, ahora nos viene otra oleada de inmigración por el cambio climático, por las guerras, por toda la gente represaliada, por los líderes sindicales, por el medio ambiente, por las luchas de varios pueblos, porque les toca venir... Entre todos tenemos que hacer un solo país", ha señalado Markiegi.